25 de octubre de 2013

Derriba el muro {16} Maratón.

Jueves 13 de noviembre 2012; 12:39

Estábamos en clase de matemáticas, yo entendía todo perfectamente, pero Abby estaba con cara de ‘¿Qué me estás contando, loco?’. Yo la mire y me reí.

–¿No entiendes? –Le pregunte.
–¿La verdad? No.
–Eres tan idiota. –Reí.
–¿Pasa algo señoritas? –Nos dijo la profesora.
–No, es qué Brenda no entendía el problema. –Explico. La mire mal.
–¿Es eso cierto?
–Sí, profesora. –Mire a mi cuaderno.
–Está bien.

Mire a Abby y le pegue una patada por debajo de la mesa.

▪Justin POV

–Ryan, yo…sinceramente, no puedo más, quiero dejarlo.
–¿Dejar qué?
–Dangerous…
–¿Qué? –Me miro sorprendido– ¿Y cómo piensa dejarlo? Además, ¿por qué?
–Pues dejándolo. –Dije obvio– Lo dejaré por Brenda, no quiero qué le pase nada.
–¿Qué podría pasarle si nuestro enemigo es su padre?
–Podría separarla de mí y jamás me lo perdonaría.
–Con qué…enamorado, eh. –Me dijo Nick.
–Por favor, cállate. –Le mire mal.

Dicho eso, me levanté y salí del almacén. Ya había perdido dos horas de clase y debía volver. Quería ver a Brenda. Así qué subí a mi coche y tome rumbo al internado. Al llegar me estacione y entre con precaución de qué no me vieran. Ahora eran la una y algo. La clase qué me tocaba ahora acababa de comenzar, así qué, con mi maleta a hombros, entre corriendo a la clase. La profesora me observo y suspiro.

–Pase. –Me dijo.
–Eso pensaba hacer. –Dije sonriéndole.
–Cállese. –Mando silencio y siguió explicando.

Busque con la mirada a mi novia…bueno mi “novia”. Aunque ella era mía, yo la había hecho mía ayer. Me senté a su lado y le sonreí. Ella ya se ha dado cuenta de qué odio este lugar, qué suelo faltar y qué no estudio nada. Observe como ella tomaba apuntes. Yo jugaba con sus pulseras, las cuales tapaban algunos cortes qué aun no habían desaparecido de su piel. ¿Saben qué es lo bueno? Conseguí qué ella dejase de cortarse. Un gran logro para mí, eso me hacía feliz. Así sabía qué su vida seguiría su camino y no terminaría en cualquier momento por un mal corte en sus muñecas.

–¿Dónde estabas? –Me preguntó ella en un susurro.
–Con Ryan afuera fumando. –Le mentí.
–Odio qué fumes. –Dijo con asco.
–Lo siento, princesa. –Hice una mueca de ‘perdón’.

Al terminar la última clase, salí tomado de la mano con Brenda. Odiaba qué Claire, Jazmín, Allison o cualquier chica con la qué me he acostado, la mirasen mal. Era algo qué no soportaba. ¿Ellas no entendían qué no quiero ya nada más con putas así? ¿Se los debía explicar?

–Justin. –Me llamo Brenda.
–Dime, amor. –La mire.
–Iré al baño, espérame. –Beso mis labios cortamente.

Justo cuando ella estaba volteando para ir al baño, yo la tome de la mano y le di vuelta. Ella se sorprendió en cuanto puse mis manos en su cintura y la acerque más a mí. Hasta romper todas las distancias entre ella y yo, besándola desesperado por sus labios. Tenía una mala sensación, y solo se me ocurrió besarla, como si ella se fuera para siempre y necesitase recordar sus labios, su sabor…

–Está bien, ya puedes ir. –Le dije.
–Ni qué me mandases, ts. –Me dijo ella haciéndose la ofendida.
–Vamos, nena. –Reí– No estás enfadada, lo sé.
–Ya, vale. –Rió– Vuelvo en nada. –Sonrió.

Y la vi desaparecer en la puerta del servicio de mujeres. Recordando su sonrisa, la cual era tan perfecta como ella. Esa sonrisa qué, cuando ella llego a este internado nunca vi. Tampoco es qué en ese momento me importará, pero nunca la vi sonreír y qué pareciese feliz. Sinceramente.

–Justin, no entiendo como andas con ella. –Oí una voz chillona, bastante molesta.
–Cierto, lindo, nos tienes a nosotras siempre ¿y la elegiste a ella?
–Claire, Jazmin, sois unas guarras, unas putas, y yo no necesito de eso ahora. –Le deje claro.
–Antes sí, ¿cierto? –Dijo Jazmin acercándose a mí– Esos días en los qué tú y yo…éramos uno solo. –Dijo con voz sensual, cosa qué me provoco. Sí, me provoco ganas de vomitar.
–Cállate, perra. –Le dije– Sé qué insultaste a Brenda, sé qué la arañaste. Y ahora tú debes saber –la mire– qué te equivocaste en tocar a mi chica. –Reí sin humor– Ella ya no es débil, ella es fuerte.
–¿Acaso perder la memoria la hizo mejor, o qué? ¿Acaso perdió la memoria y pudiste tirártela? –Dijo Claire.
–Puede qué sí, puede qué no. ¿Quién sabe? –Le vacile.
–O quizás…¿ella no recuerda quién eres de verdad?
–Cállate y vete. –Le dije con rabia, me había pillado.
–Lo qué imaginaba. –Carcajeo como las brujas de los cuentos, si las brujas esas malas.

Habían pasado diez minutos y Brenda no salía del baño. Me comencé a preocupar. Así qué me acerque al baño y toque la puerta. Pero nadie respondió. Entre y revise cada esquina, cada servicio del baño. Ahí ella no estaba. ¿En…en qué momento salió? Mire el mármol donde están los grifos, había un móvil y un papel bajo este. Los tome, era el móvil de ella.

“Querido Bieber, ¿cómo estamos? Espero qué ahora estés hecho una rabia, me he llevado a tu chica. A mi hija. Solo quiero qué la olvides, no sabrás nada más de ella. No pienses qué es un secuestro, recuerda qué soy su padre.”

El miedo, la rabia, la impotencia…todo tipo de sentimientos me recorrieron. Se la llevaron de mi lado, acabo de perderla. Perdí a la chica de la qué me enamoré. Perdí mi vida, perdí mi amor. ¿Por qué? ¿Por qué cuando quiero hacer las cosas bien…me salen como la mierda?
Corrí por los pasillos hasta llegar a mi cuarto. Abrí la puerta de mi habitación, y ahí estaba Ryan.

–Se la llevo, Ryan…él se llevo a Brenda.
–¿Qué? ¿Quién? –Se levanto mirándome.
–Maslow, su padre, él. La secuestro. –Dije, estaba a punto de llorar. Y eso era algo poco común en mí, menos por una chica. Jamás lloré por una chica.
–No me digas qué vas a llorar…Nunca lo hiciste, excepto por tus hermanos.
–Ryan, yo la amo, de verdad. –Dije roto.

▪Brenda POV

Salí del lugar donde estaban los inodoros, me mire en el espejo y retoque mi cabello. Vi pasar una figura a mi lado, pero no hice caso, sería cualquier chica. Me seguí retocando un poco, y estaba a punto de salir cuando oí unos pasos detrás de mí.

–Brenda, hija mía…me alegra tanto verte. –Era él, era Max.
–¿Qué haces aquí? ¡Es el baño de mujeres! –Le grite.
–Cállate. –Me ordeno.
–Lo qué sea, ¿qué quieres?
–A ti lejos de Bieber.
–No, me niego.
–Hija, compréndeme.
–No soy tu hija. –Iba a salir ya del baño.
–Chicos. –Max hizo una seña y grito bien fuerte. Dos chicos entraron al baño y me tomaron de los brazos.
–¡Suéltenme! –Grite mientras forcejeaba– ¡Socorro!
–Tápenle la boca, por favor. –Dijo mi pa…Max.                          
–¿En serio? –Dije antes, bastante rápido, porque me habían tapado la boca con un pañuelo. Solo pude emitir pequeños gemidos molestos.
–No hagas esto más difícil, Brenda. –Suspiro Max.

Salimos del baño, yo forcejeaba. Pero nadie nos vio. Solo vi a Jazmin y Claire hablando con Justin.  Ellos estaban muy pegados, y…¿qué debía pensar yo?

-Retrasado, no te conviene acercarte a mí.
-No te pases, ¡nadie me habla así!
-Pues ese nadie soy yo, ¿vale?
-No te pases niñata.
-¿Por qué no te mueres?
-Porque hoy quede para follar, así qué no quiero.
-¿A mí qué me cuentas con quién follas o no?

Un pequeño recuerdo vino a mi cabeza. ¿Eso cuándo había pasado? ¿Cuándo él me había tratado así y yo a él? ¿Cuándo demonios Justin y yo nos llevábamos mal? Un pequeño mareo me apodero, y desde ahí, no recordé nada.

[…]

Una pequeña luz invadió mi vista, mire a los lados y no vi más qué mi cuarto. Mis muñecas estaban aun en la cómoda, junto algunas fotos con mis amigos de aquí. Seguí mirando, las paredes seguían del color turquesa qué siempre había estado. Mi armario lleno de posters de artistas, mi escritorio lleno de lapiceras y cuadernos, mi mochila del colegio…Estaba asombrada, ya que de repente me acorde de todo eso. Me levante de la cama, en la cual había pertenecido todo el tiempo. La manta de las princesas Disney aun estaba doblada a los pies de la cama, era increíble. Creo que este cuarto seguía tal y como lo deje.
Mire a trabes de la ventana, comprobando el paisaje. Seguía siendo tan cálido como siempre. Aquel lugar, esa pequeña ciudad de Canadá donde yo había vivido casi la mayoría de mi infancia, era acogedor. Por primera vez en unos meses me sentí…¿feliz? El simple hecho de estar de nuevo en mi casa, no sé, me hizo sentir bien, pero el miedo seguía presente. ¿Y si Max entraba por esa puerta y me golpeaba? ¿Qué haría yo? ¿Acudir a la cuchilla? ¿A las pastillas? ¿Qué sería de mí?
Pequeños golpes se oyeron en la puerta, con miedo, me acerque a esta.

–¿Sí? –Pregunte con temor.
–Bren, soy papá. –Su voz parecía tranquila.
–¿Qué quieres? –Le pregunte de mala gana.
–Solo me preguntaba si tendrías hambre.
–No, no tengo. –Suspire con odio– Me has secuestrado. –Dije al fin.
–Tómatelo como quieras, hija. Estas en casa, a salvo y yo soy tu padre. A mí eso no me parece un secuestro.
–¿A salvo de qué? –Escupí con rabia.
–De Justin Bieber.
–¿A salvo de mi novio? –Pregunte casi en un grito– ¡Él no me trata mal, ni nunca lo ha hecho! ¿Qué tienes en su contra?
–Pobre hija mía. –Rodé los ojos– ¿No recuerdas nada de él, cierto?
–Sí, recuerdo qué… –Me quede callada. Solo recordaba una cosa, y era como un maltrato.
–Me lo imaginaba. –Rió él– Piensa un poco, y verás como descubres quién es de verdad y como te trato.

Poco después oí pasos alejándose.
¿Qué quiso decir con eso?
Me senté en la cama, mirando a la nada. Sentí pequeñas punzadas en el corazón. No sé en qué momento ocurrió, yo estaba llorando a mares. Y no lo entendí. ¿Qué…qué pasaba? Una imagen tras otra. Cada recuerdo de mi vida se incorporo en mi mente. Nueva York, trabajo de papá, golpes, mamá, bullying, internado, Justin molestándome, Justin jodiéndome, Justin insultándome…¿Qué era todo esto? ¿Acabo de recordar todo? Me hundí en un llanto profundo. ¿Por qué me mintió? ¿Por qué? ¿Por qué le di mi virginidad? ¿Por qué le daba mis besos? ¿Por qué confiaba en él? ¿Por qué le amaba de esta forma?
No podía, sentía como qué mi mundo se apagaba, sentía qué todo se iba a la mierda. Y eso deseaba, no quería nada más en este maldito mundo donde todos me mentían. Una pequeña música, me hizo salir de mis pensamientos de desaparecer. Era una cancioncilla qué parecía reconocer. Me moví un poco, intentando averiguar de dónde venía. Cuando lo descubrí, vi qué era un móvil. Era mi antiguo móvil, el qué tuve hace unos años. Lo tome en mano. El pitaba advirtiendo de qué le quedaba poca batería. Me sorprendió qué no estuviese roto, o apagado. Digo, después de tanto tiempo.
Lo conecte enseguida y comencé a marcar un número. Espere a qué me contestará.

–¿Sí? –Respondieron.
–Yo…ayúdame, por favor. –Dije sollozando.
–¿Brenda? –Dijo él.
–Sí, soy yo. –Dije– Ayúdame, Chaz, por lo que más te pido. –Me estaba agobiando de tanto llorar, el aire me faltaba.
–¿Qué paso? ¿Dónde estás?
–Mi…mi padre. –Mire la puerta– Él m-me secuestro.
–¿Qué, qué? –Dijo rabioso.
–Ayúdame. –Dije en puro llanto.
–Buscaré a Ryan y Justin, dime dónde estás…
-¡No! –Grite– No quiero saber nada de Justin, jamás. –Llore más recordando.
–¿Qué? –Note como él quizás movió su cabeza– Da igual, ¿dónde estás?
–Es-estoy… –Respire hondo y le di mi dirección.
–Está bien, no salgas de tu cuarto.
–Cla… –No pude acabar de hablar, la puerta de mi habitación sonó.

Del nerviosismo, tiré el móvil, más bien resbalo. Cayendo no sé dónde.

–¿Brenda? –Oí.
–Emh…¿sí? –Dije tratando de parecer normal.
–Abre, te traigo algo de comer. Sé qué te gusta este helado de frutas del bosque. –Dijo.
–Está…está bien. –Me acerque a la puerta. Abrí, y ahí estaba él con una sonrisa– Gracias, supongo.
–De nada, hija.
–Ya…ya puedes irte.
–Mira, Brenda –suspiro– sé qué todo lo qué hice estuvo muy feo, pero…no sé, el trabajo me estresaba y yo no podía con ello, y de alguna manera la pague con…
–Cállate, por favor, sal de mi habitación. –Le empuje, cerrando la puerta en su cara y con llave.

Me tumbe en la cama y encendí la televisión. Comí mi helado tranquilamente. Bueno, no tan tranquila.
Después de unos veinte minutos, la puerta de abajo se abrió y cerró. Me asome a la ventana y vi como mi padre arrancaba su coche. Él se estaba yendo. Mire a los lados, comprobando todo, hasta qué vi a dos…no, tres chicos con…¿medias en la cabeza? Esperen. ¡Maldita sea! Ese es Chaz con Ryan, aunque el otro no le distingo su media es más oscura. Abrí la ventana y los mire expectante.

–¿Saben? –Le pregunte calmadamente sabiendo qué mi padre no se encontraba aquí– Se ven realmente sexys así. –Carcajeé.
–¡Jesús! –Exclamo Ryan– ¿Estás bien?
–Bueno, supongo que sí. –Intente sonreír.
–Hazte a un lado. –Ordeno Chaz.

Así hice, me eche unos siete pasos hacia atrás. Vi como, uno por uno, fueron pasando por la ventana de mi habitación. Enseguida me vi envuelta en un abrazo colectivo, menos por el chico número tres.

–Me alegra tanto verte. –Comento Chaz apretujándome.
–No pensé que mi secuestro durará menos de un día. –Mencione algo divertida.
–Anda, vamos. –Me dijo él.
–Está bien. –Dije mientras intente abrir la puerta de mi habitación, lo cual no tuvo éxito– Será cabrón… –Susurré.
–¿Qué?
–Él cerró con llave desde afuera.
–Mierda. Saldremos por la ventana. –Dijo Ryan, yo reí– ¿Qué tiene de gracioso eso, Bren?
–Qué no saldré por ahí.
–¡Claro qué lo harás! –De un momento a otro me vi envuelta por la cintura con los brazos de Ryan, me cargo en su hombro y se acerco a la ventana.
–Estás loco, Butler… ¡Loco! –Le grite.

Él salto por la ventana, y yo pegue un grito qué seguro oyeron en la Luna y en Marte. Pero, me vi en perfecto estado en cuanto llegamos al suelo. Él me soltó y yo le di en la cabeza.

–Idiota.
–Auch, eso dolió, Brenda. –Se sobo la parte de la cabeza donde le había golpeado.
–¿Estamos todos? –Dijo Chaz.
–Supongo. –Me eleve de hombros.

Subimos al coche, yo fui detrás, junto al chico misterioso. Le mire y le pille observándome, en seguida quito su mirada de mí. Chaz parecía nervioso, no paraba de dar golpes en el coche.

–Para, Chaz. –Reí.
–Lo siento. –Él sonrió a medias– Esto…¿me cuentas qué es eso qué dijiste de Justin por el móvil?
–Eh… –Mire a mis pies– Recordé todo. –Trague saliva– Recordé qué a él lo conocí este año, no hace tres…recordé qué él y yo nos odiábamos a muerte, también qué él me hacia la vida imposible…Él no es mi novio, ni lo fue, solo jugo conmigo. –Cuando me di cuenta estaba llorando.

Esto…no, no podía. Él me había hecho creer qué era especial, qué era su princesa. Todas mentiras.



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