Jueves 13 de noviembre 2012; 12:39
Estábamos en clase de
matemáticas, yo entendía todo perfectamente, pero Abby estaba con cara de ‘¿Qué
me estás contando, loco?’. Yo la mire y me reí.
–¿No entiendes? –Le
pregunte.
–¿La verdad? No.
–Eres tan idiota. –Reí.
–¿Pasa algo señoritas?
–Nos dijo la profesora.
–No, es qué Brenda no
entendía el problema. –Explico. La mire mal.
–¿Es eso cierto?
–Sí, profesora. –Mire a
mi cuaderno.
–Está bien.
Mire a Abby y le pegue
una patada por debajo de la mesa.
▪Justin POV
–Ryan, yo…sinceramente,
no puedo más, quiero dejarlo.
–¿Dejar qué?
–Dangerous…
–¿Qué? –Me miro
sorprendido– ¿Y cómo piensa dejarlo? Además, ¿por qué?
–Pues dejándolo. –Dije
obvio– Lo dejaré por Brenda, no quiero qué le pase nada.
–¿Qué podría pasarle si
nuestro enemigo es su padre?
–Podría separarla de mí
y jamás me lo perdonaría.
–Con qué…enamorado, eh.
–Me dijo Nick.
–Por favor, cállate.
–Le mire mal.
Dicho eso, me levanté y
salí del almacén. Ya había perdido dos horas de clase y debía volver. Quería
ver a Brenda. Así qué subí a mi coche y tome rumbo al internado. Al llegar me
estacione y entre con precaución de qué no me vieran. Ahora eran la una y algo.
La clase qué me tocaba ahora acababa de comenzar, así qué, con mi maleta a
hombros, entre corriendo a la clase. La profesora me observo y suspiro.
–Pase. –Me dijo.
–Eso pensaba hacer.
–Dije sonriéndole.
–Cállese. –Mando
silencio y siguió explicando.
Busque con la mirada a
mi novia…bueno mi “novia”. Aunque ella era mía, yo la había hecho mía ayer. Me
senté a su lado y le sonreí. Ella ya se ha dado cuenta de qué odio este lugar,
qué suelo faltar y qué no estudio nada. Observe como ella tomaba apuntes. Yo
jugaba con sus pulseras, las cuales tapaban algunos cortes qué aun no habían
desaparecido de su piel. ¿Saben qué es lo bueno? Conseguí qué ella dejase de cortarse.
Un gran logro para mí, eso me hacía feliz. Así sabía qué su vida seguiría su
camino y no terminaría en cualquier momento por un mal corte en sus muñecas.
–¿Dónde estabas? –Me preguntó
ella en un susurro.
–Con Ryan afuera
fumando. –Le mentí.
–Odio qué fumes. –Dijo
con asco.
–Lo siento, princesa.
–Hice una mueca de ‘perdón’.
Al terminar la última
clase, salí tomado de la mano con Brenda. Odiaba qué Claire, Jazmín, Allison o
cualquier chica con la qué me he acostado, la mirasen mal. Era algo qué no
soportaba. ¿Ellas no entendían qué no quiero ya nada más con putas así? ¿Se los
debía explicar?
–Justin. –Me llamo
Brenda.
–Dime, amor. –La mire.
–Iré al baño, espérame.
–Beso mis labios cortamente.
Justo cuando ella
estaba volteando para ir al baño, yo la tome de la mano y le di vuelta. Ella se
sorprendió en cuanto puse mis manos en su cintura y la acerque más a mí. Hasta
romper todas las distancias entre ella y yo, besándola desesperado por sus
labios. Tenía una mala sensación, y solo se me ocurrió besarla, como si ella se
fuera para siempre y necesitase recordar sus labios, su sabor…
–Está bien, ya puedes
ir. –Le dije.
–Ni qué me mandases,
ts. –Me dijo ella haciéndose la ofendida.
–Vamos, nena. –Reí– No
estás enfadada, lo sé.
–Ya, vale. –Rió– Vuelvo
en nada. –Sonrió.
Y la vi desaparecer en
la puerta del servicio de mujeres. Recordando su sonrisa, la cual era tan
perfecta como ella. Esa sonrisa qué, cuando ella llego a este internado nunca
vi. Tampoco es qué en ese momento me importará, pero nunca la vi sonreír y qué
pareciese feliz. Sinceramente.
–Justin, no entiendo
como andas con ella. –Oí una voz chillona, bastante molesta.
–Cierto, lindo, nos
tienes a nosotras siempre ¿y la elegiste a ella?
–Claire, Jazmin, sois
unas guarras, unas putas, y yo no necesito de eso ahora. –Le deje claro.
–Antes sí, ¿cierto?
–Dijo Jazmin acercándose a mí– Esos días en los qué tú y yo…éramos uno solo.
–Dijo con voz sensual, cosa qué me provoco. Sí, me provoco ganas de vomitar.
–Cállate, perra. –Le
dije– Sé qué insultaste a Brenda, sé qué la arañaste. Y ahora tú debes saber
–la mire– qué te equivocaste en tocar a mi chica. –Reí sin humor– Ella ya no es
débil, ella es fuerte.
–¿Acaso perder la
memoria la hizo mejor, o qué? ¿Acaso perdió la memoria y pudiste tirártela?
–Dijo Claire.
–Puede qué sí, puede
qué no. ¿Quién sabe? –Le vacile.
–O quizás…¿ella no
recuerda quién eres de verdad?
–Cállate y vete. –Le
dije con rabia, me había pillado.
–Lo qué imaginaba.
–Carcajeo como las brujas de los cuentos, si las brujas esas malas.
Habían pasado diez
minutos y Brenda no salía del baño. Me comencé a preocupar. Así qué me acerque
al baño y toque la puerta. Pero nadie respondió. Entre y revise cada esquina,
cada servicio del baño. Ahí ella no estaba. ¿En…en qué momento salió? Mire el
mármol donde están los grifos, había un móvil y un papel bajo este. Los tome,
era el móvil de ella.
“Querido Bieber, ¿cómo estamos? Espero qué ahora
estés hecho una rabia, me he llevado a tu chica. A mi hija. Solo quiero qué la
olvides, no sabrás nada más de ella. No pienses qué es un secuestro, recuerda
qué soy su padre.”
El miedo, la rabia, la
impotencia…todo tipo de sentimientos me recorrieron. Se la llevaron de mi lado,
acabo de perderla. Perdí a la chica de la qué me enamoré. Perdí mi vida, perdí
mi amor. ¿Por qué? ¿Por qué cuando quiero hacer las cosas bien…me salen como la
mierda?
Corrí por los pasillos
hasta llegar a mi cuarto. Abrí la puerta de mi habitación, y ahí estaba Ryan.
–Se la llevo, Ryan…él
se llevo a Brenda.
–¿Qué? ¿Quién? –Se levanto
mirándome.
–Maslow, su padre, él.
La secuestro. –Dije, estaba a punto de llorar. Y eso era algo poco común en mí,
menos por una chica. Jamás lloré por una chica.
–No me digas qué vas a
llorar…Nunca lo hiciste, excepto por tus hermanos.
–Ryan, yo la amo, de
verdad. –Dije roto.
▪Brenda POV
Salí del lugar donde
estaban los inodoros, me mire en el espejo y retoque mi cabello. Vi pasar una
figura a mi lado, pero no hice caso, sería cualquier chica. Me seguí retocando
un poco, y estaba a punto de salir cuando oí unos pasos detrás de mí.
–Brenda, hija mía…me
alegra tanto verte. –Era él, era Max.
–¿Qué haces aquí? ¡Es
el baño de mujeres! –Le grite.
–Cállate. –Me ordeno.
–Lo qué sea, ¿qué
quieres?
–A ti lejos de Bieber.
–No, me niego.
–Hija, compréndeme.
–No soy tu hija. –Iba a
salir ya del baño.
–Chicos. –Max hizo una
seña y grito bien fuerte. Dos chicos entraron al baño y me tomaron de los
brazos.
–¡Suéltenme! –Grite
mientras forcejeaba– ¡Socorro!
–Tápenle
la boca, por favor. –Dijo mi pa…Max.
–¿En
serio? –Dije antes, bastante rápido, porque me habían tapado la boca con un
pañuelo. Solo pude emitir pequeños gemidos molestos.
–No
hagas esto más difícil, Brenda. –Suspiro Max.
Salimos
del baño, yo forcejeaba. Pero nadie nos vio. Solo vi a Jazmin y Claire hablando
con Justin. Ellos estaban muy pegados,
y…¿qué debía pensar yo?
-Retrasado, no te conviene acercarte a mí.
-No te pases, ¡nadie me habla así!
-Pues ese nadie soy yo, ¿vale?
-No te pases niñata.
-¿Por qué no te mueres?
-Porque hoy quede para follar, así qué no quiero.
-¿A mí qué me cuentas con quién follas o no?
Un pequeño recuerdo
vino a mi cabeza. ¿Eso cuándo había pasado? ¿Cuándo él me había tratado así y
yo a él? ¿Cuándo demonios Justin y yo nos llevábamos mal? Un pequeño mareo me
apodero, y desde ahí, no recordé nada.
[…]
Una pequeña luz invadió
mi vista, mire a los lados y no vi más qué mi cuarto. Mis muñecas estaban aun
en la cómoda, junto algunas fotos con mis amigos de aquí. Seguí mirando, las
paredes seguían del color turquesa qué siempre había estado. Mi armario lleno
de posters de artistas, mi escritorio lleno de lapiceras y cuadernos, mi
mochila del colegio…Estaba asombrada, ya que de repente me acorde de todo eso.
Me levante de la cama, en la cual había pertenecido todo el tiempo. La manta de
las princesas Disney aun estaba doblada a los pies de la cama, era increíble.
Creo que este cuarto seguía tal y como lo deje.
Mire a trabes de la
ventana, comprobando el paisaje. Seguía siendo tan cálido como siempre. Aquel
lugar, esa pequeña ciudad de Canadá donde yo había vivido casi la mayoría de mi
infancia, era acogedor. Por primera vez en unos meses me sentí…¿feliz? El
simple hecho de estar de nuevo en mi casa, no sé, me hizo sentir bien, pero el
miedo seguía presente. ¿Y si Max entraba por esa puerta y me golpeaba? ¿Qué
haría yo? ¿Acudir a la cuchilla? ¿A las pastillas? ¿Qué sería de mí?
Pequeños golpes se
oyeron en la puerta, con miedo, me acerque a esta.
–¿Sí? –Pregunte con
temor.
–Bren, soy papá. –Su
voz parecía tranquila.
–¿Qué quieres? –Le
pregunte de mala gana.
–Solo me preguntaba si
tendrías hambre.
–No, no tengo. –Suspire
con odio– Me has secuestrado. –Dije al fin.
–Tómatelo como quieras,
hija. Estas en casa, a salvo y yo soy tu padre. A mí eso no me parece un
secuestro.
–¿A salvo de qué?
–Escupí con rabia.
–De Justin Bieber.
–¿A salvo de mi novio?
–Pregunte casi en un grito– ¡Él no me trata mal, ni nunca lo ha hecho! ¿Qué
tienes en su contra?
–Pobre hija mía. –Rodé
los ojos– ¿No recuerdas nada de él, cierto?
–Sí, recuerdo qué… –Me
quede callada. Solo recordaba una cosa, y era como un maltrato.
–Me lo imaginaba. –Rió
él– Piensa un poco, y verás como descubres quién es de verdad y como te trato.
Poco después oí pasos
alejándose.
¿Qué quiso decir con
eso?
Me senté en la cama,
mirando a la nada. Sentí pequeñas punzadas en el corazón. No sé en qué momento
ocurrió, yo estaba llorando a mares. Y no lo entendí. ¿Qué…qué pasaba? Una
imagen tras otra. Cada recuerdo de mi vida se incorporo en mi mente. Nueva
York, trabajo de papá, golpes, mamá, bullying, internado, Justin molestándome,
Justin jodiéndome, Justin insultándome…¿Qué era todo esto? ¿Acabo de recordar
todo? Me hundí en un llanto profundo. ¿Por qué me mintió? ¿Por qué? ¿Por qué le
di mi virginidad? ¿Por qué le daba mis besos? ¿Por qué confiaba en él? ¿Por qué
le amaba de esta forma?
No podía, sentía como
qué mi mundo se apagaba, sentía qué todo se iba a la mierda. Y eso deseaba, no
quería nada más en este maldito mundo donde todos me mentían. Una pequeña
música, me hizo salir de mis pensamientos de desaparecer. Era una cancioncilla
qué parecía reconocer. Me moví un poco, intentando averiguar de dónde venía.
Cuando lo descubrí, vi qué era un móvil. Era mi antiguo móvil, el qué tuve hace
unos años. Lo tome en mano. El pitaba advirtiendo de qué le quedaba poca
batería. Me sorprendió qué no estuviese roto, o apagado. Digo, después de tanto
tiempo.
Lo conecte enseguida y
comencé a marcar un número. Espere a qué me contestará.
–¿Sí? –Respondieron.
–Yo…ayúdame, por favor. –Dije sollozando.
–¿Brenda? –Dijo él.
–Sí, soy yo. –Dije– Ayúdame, Chaz, por lo que más te
pido. –Me estaba agobiando de tanto llorar, el aire me faltaba.
–¿Qué paso? ¿Dónde estás?
–Mi…mi padre. –Mire la puerta– Él m-me secuestro.
–¿Qué, qué? –Dijo rabioso.
–Ayúdame. –Dije en puro llanto.
–Buscaré a Ryan y Justin, dime dónde estás…
-¡No! –Grite– No quiero saber nada de Justin, jamás.
–Llore más recordando.
–¿Qué? –Note como él quizás movió su cabeza– Da
igual, ¿dónde estás?
–Es-estoy… –Respire hondo y le di mi dirección.
–Está bien, no salgas de tu cuarto.
–Cla… –No pude acabar de hablar, la puerta de mi
habitación sonó.
Del nerviosismo, tiré
el móvil, más bien resbalo. Cayendo no sé dónde.
–¿Brenda? –Oí.
–Emh…¿sí? –Dije
tratando de parecer normal.
–Abre, te traigo algo
de comer. Sé qué te gusta este helado de frutas del bosque. –Dijo.
–Está…está bien. –Me
acerque a la puerta. Abrí, y ahí estaba él con una sonrisa– Gracias, supongo.
–De nada, hija.
–Ya…ya puedes irte.
–Mira, Brenda –suspiro–
sé qué todo lo qué hice estuvo muy feo, pero…no sé, el trabajo me estresaba y
yo no podía con ello, y de alguna manera la pague con…
–Cállate, por favor,
sal de mi habitación. –Le empuje, cerrando la puerta en su cara y con llave.
Me tumbe en la cama y
encendí la televisión. Comí mi helado tranquilamente. Bueno, no tan tranquila.
Después de unos veinte
minutos, la puerta de abajo se abrió y cerró. Me asome a la ventana y vi como
mi padre arrancaba su coche. Él se estaba yendo. Mire a los lados, comprobando
todo, hasta qué vi a dos…no, tres chicos con…¿medias en la cabeza? Esperen. ¡Maldita
sea! Ese es Chaz con Ryan, aunque el otro no le distingo su media es más
oscura. Abrí la ventana y los mire expectante.
–¿Saben? –Le pregunte
calmadamente sabiendo qué mi padre no se encontraba aquí– Se ven realmente
sexys así. –Carcajeé.
–¡Jesús! –Exclamo Ryan–
¿Estás bien?
–Bueno, supongo que sí.
–Intente sonreír.
–Hazte a un lado.
–Ordeno Chaz.
Así hice, me eche unos
siete pasos hacia atrás. Vi como, uno por uno, fueron pasando por la ventana de
mi habitación. Enseguida me vi envuelta en un abrazo colectivo, menos por el
chico número tres.
–Me alegra tanto verte.
–Comento Chaz apretujándome.
–No pensé que mi
secuestro durará menos de un día. –Mencione algo divertida.
–Anda, vamos. –Me dijo
él.
–Está bien. –Dije
mientras intente abrir la puerta de mi habitación, lo cual no tuvo éxito– Será
cabrón… –Susurré.
–¿Qué?
–Él cerró con llave
desde afuera.
–Mierda. Saldremos por
la ventana. –Dijo Ryan, yo reí– ¿Qué tiene de gracioso eso, Bren?
–Qué no saldré por ahí.
–¡Claro qué lo harás!
–De un momento a otro me vi envuelta por la cintura con los brazos de Ryan, me
cargo en su hombro y se acerco a la ventana.
–Estás loco, Butler…
¡Loco! –Le grite.
Él salto por la
ventana, y yo pegue un grito qué seguro oyeron en la Luna y en Marte. Pero, me
vi en perfecto estado en cuanto llegamos al suelo. Él me soltó y yo le di en la
cabeza.
–Idiota.
–Auch, eso dolió,
Brenda. –Se sobo la parte de la cabeza donde le había golpeado.
–¿Estamos todos? –Dijo
Chaz.
–Supongo. –Me eleve de
hombros.
Subimos al coche, yo
fui detrás, junto al chico misterioso. Le mire y le pille observándome, en
seguida quito su mirada de mí. Chaz parecía nervioso, no paraba de dar golpes
en el coche.
–Para, Chaz. –Reí.
–Lo siento. –Él sonrió
a medias– Esto…¿me cuentas qué es eso qué dijiste de Justin por el móvil?
–Eh… –Mire a mis pies–
Recordé todo. –Trague saliva– Recordé qué a él lo conocí este año, no hace
tres…recordé qué él y yo nos odiábamos a muerte, también qué él me hacia la
vida imposible…Él no es mi novio, ni lo fue, solo jugo conmigo. –Cuando me di
cuenta estaba llorando.
Esto…no,
no podía. Él me había hecho creer qué era especial, qué era su princesa. Todas
mentiras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Has leído esto? ¿Vas a comentar? ¡Muchas gracias, cielo!