Capítulo 25.
▪Brenda POV.
¡Vaya! El día de ayer,
mi segundo día internada, fue impresionante. Dani vino a ver a su hermana, ella
saldría en tres días, así que tendría tres días para conocer mejor a Dani. Y,
bueno, fue genial. ¡Él me trajo comida del McDonald’s! Fue como una
especie de comida en un restaurante. Manchamos todo de kétchup, fue demasiado
divertido. Además de que él sabía chiste, muy graciosos, ¡todo fue estupendo!
Creo que me está alegrando. Porque yo estaba destrozada, aun lo estoy, pero él
tiene un algo que me hace ser feliz.
Ahora mismo estaba en
mi habitación, esperándole a él. Ya eran las dos y media. Él solía llegar sobre
las cuatro. Estaba tan jodidamente feliz de volverle a ver. Ni yo me explico
que tan feliz estoy ahora, solo un día después de todo.
También he tenido
tiempo de pensar en Justin. ¿Qué estará haciendo? ¿Ya estará teniendo sexo con
Jazmin? Espero que no, aunque, ¿qué más
da? Él y yo terminamos, lo dejamos…me dejó. Me pidió que le olvidase. Pero,
¿por qué nadie entiende las razones? ¿¡Por qué!? ¡Yo no quiero ser madre
adolescente! Y menos tener un hijo de un criminal…Quiero tener un hijo de
Justin, no de un criminal. ¿Pero cómo explicarle eso? Es difícil, muy difícil.
Pero ahora todo importaba nada, ya que todo se había ido a la mierda. Le perdí
a él, a mis amigos, a mis amigas, mi familia…¿Quién me queda? Pues la cosita
que está viviendo en mi vientre. Y supongo que…Dani. Solo de pensar en él,
sonrió, ¿no es impresionante?
Algo me saca de mis
pensamientos, y es que me doy cuenta de que estoy llorando. Extraño a mis
amigos, demasiado, les necesito a mi lado y ellos me dan la espalda. Creo que
mi vida solo me dio unos meses de buena vida, hasta hace unos días…
—¿Brenda, estás bien?
—Me pregunta Dani, mientras entra en mi cuarto.
—Em…sí, claro. —Le
intenté sonreír, pero me salió un puchero y seguí llorando más.
—Claro que no lo estás.
—Camino rápido hasta mí y me abrazó.
—Es que les perdí a
todos y ahora estoy aquí, en estado…sin nadie que me ayude, sin dinero…
—Lloriqueé en su hombro.
—Tranquila, pequeña, me
tienes a mí, para lo que sea. —Susurró seguido de un “Shhh” mientras acariciaba
mi pelo— Prometo ser tu mejor amigo, el padre de tu hijo y todo lo que quieras.
—Eso… —Me separé de él—
es demasiado por mí, ¿no?
—Lo que sea por ti,
Brenda. No quiero que ese precioso niño y tú la pasen mal. —Ahueco con sus
manos mi cara.
—Gracias, Dani. —Mi
labio tembló, y seguí llorando mucho más— De verdad, muchas gracias.
—Pero no llores, boba.
—Sonrió apenado.
—Es que mi vida se ha
vuelto, de nuevo, una maldita mierda. Bueno, y que alguien me ofrezca ayuda
nada más conocerme…es tan…tan especial para mí. —Sequé algunas lágrimas de mis
mejillas.
—Tú solo confía en mí.
—Gracias. —Mordí mi
labio y le volví a abrazar.
▪Justin POV.
—Ey, Ryan, ¿jugamos?
—Alcé la pelota de baloncesto.
—La verdad no tengo
muchas ganas, bro.
—Eso me has dicho tres
días seguidos.
—Porque no tengo ganas.
—¿Te crees que yo no
estoy triste e intento alegrarme un poco?
—No sé. —Se elevó de
hombros.
—Claro que estoy mal,
ella era la mujer de mi vida. —Solté la pelota y me senté a su lado— Ahora
mismo no sé nada de ella, seguramente este en una casa de acogida o en la
calle. Porque no tiene dinero. Seguro que está pasando hambre.
—¿Qué? —Ryan me miró
con los ojos abiertos— Tío, no, no y no. Hay que encontrarla.
—¿Para qué?
—Tú mismo has dicho que
puede estar viviendo en la calle, sin comida, sin recursos.
—Mierda. —Me di cuenta
de la situación— Pero, ¿a ella no la habían llevado a un hospital?
—Pero ella estaba
teniendo un aborto, la dejarían ingresada un día y después la sacarían.
—Vale, mantengamos la
calma.
—Ella aun podría seguir
en el hospital, ¿no? Puede caber la posibilidad.
—Pero acabas de decir
que quizás ya salió. —Le mire extrañado.
—Vale, deja de joderme
las suposiciones.
—No quiero buscarla,
man…
—¿Qué? ¿Por qué? —Me miró
incrédulo— ¿No era la mujer de tu vida?
—Y sigue siéndolo, pero
siento como que no es para mí…si de aquella forma me engañó.
—¡Deja el orgullo,
Justin!
—Cállate. —Mascullé,
pasando las manos por mi pelo.
▪Brenda POV.
Dani me había traído un
traje blanco premamá súper bonito. Se lo agradecí tanto, ya que no tenía nada
de ropa premamá. Me lo puse, me calcé mis bailarinas blancas, me hice una
trenza y salí de mi cuarto. Puede que tuviese un embarazo de riesgo, pero podía
salir a pasear. Supongo, no sé. Igualmente, Dani me había dicho que me
preparase. Y, ahí estaba él, esperándome mientras hablaba con un médico. Me
acerqué a ellos.
—Puede estar unas dos
horas en la calle, no mucho más. No queremos que le pase algo a ella, o al
bebé.
—Está bien doctor. —Dijo
Dani— ¿Vamos?
—Vale. —Mordí mi labio
mientras sonreía.
Salimos del hospital.
Por fin, después de tres días, podía ver la luz del sol. Y no a través de una
ventana. Fuimos caminando hasta un parque cercano al hospital. Él tomó mis
manos y me miró a los ojos.
—No me gusta que
llores, Brenda.
—Ahora no estoy
llorando.
—Pero antes sí, y odio
que llores. Te vas a estropear esos preciosos ojos verdes llorando.
—Cállate. —Me sonrojé.
—¿No me dejas decirte
la verdad?
—Son mentiras. —Reí.
—Señorita, debe usted
dejar de contradecir a los mayores.
—Por favor, me llevas
dos años solamente. —Le di en el pecho.
—Ouh, eso dolió. —Rió—
¿Te apetece un helado?
—No sabes cuánto.
—Relamí mis labios.
Caminamos despacio
hasta la heladería más cercana. Ya allí, nos compramos nuestros helados, los
cuales pago Dani. Odio que la gente pague mis cosas, si al fin y al cabo, son
mías. Pero el cabezón de Dani no se da cuenta. Mientras comíamos, le miré a la
cara con una expresión confusa.
—¿Qué? —Pregunto con la
risa floja.
—No sé. —Le seguí la
risa— Solo que no termino de entender por qué me quieres de amiga. Quiero
decir, mis antiguos amigos me odian.
—No te odian. ¿Cómo
odiarte? Eres genial, Brenda.
—Pero él me dejo, sin
dejarme explicarme, me dijo que le olvidase…
—¿Por qué no le
explicas ahora tus razones?
—Porque sería
empeorarlo todo. —Mire mi helado, el cual se derretía— A veces uno debe mentir
para ser feliz.
—¿Eres feliz con tu
mentira?
—Mi vida es toda una
mentira. —Las lágrimas querían salir.
—No, no lo es.
—Mi madre no me habla,
mi padre me pegaba, sufría bullying, me enamoré de un chico incorrecto, me
quede embarazada con dieciocho años, mis amigos me odian, no tengo dinero,
estoy ingresada en un maldito hospital…
—Tan malo no pudo ser…
—Depende de cómo lo
lleves todo. —Me elevé de hombros, con los ojos llorosos— Yo no lo lleve bien.
—Brenda, debes saber
que estaré para lo que sea.
—No, no siempre
estarás. —Le miré llorando— Todos me dejan de lado, ¿por qué tú no?
—Porque no soy todos.
[…]
Después de un rato en
la calle, volvimos al hospital, eran las nueve de la noche y Dani ya debía
irse. Mañana su hermana sería dada de alta, así que tenía más que claro que mis
predicciones de que me deje de lado, se cumplirían. Él no vendría más ya que su
hermana estaría fuera de este hospital. Ahora sí que sí, ahora si estaría sola.
Me quitarían al bebé por no poder mantenerlo en condiciones buenas. Yo moriría en las
calles, o quizás podría morir hoy. Eso es…¿para qué vivir sin razones? Tengo
una, mi bebé. Pero me lo quitaran. Con suerte si me muero, puedan salvarlo…O
no. Sería un bebé muy prematuro.
Cogí mi nueva navaja,
entre al baño, llené la bañera hasta arriba de agua tibia y me metí en ropa
interior. Mire la pared por un rato largo. Podía morir de asfixia, o cortarme
las venas. ¿Cuál sería mejor? Sé que mis pulmones son débiles después del
accidente, moriría en cuestión de un minuto. Sí me corto, quizás sienta dolor,
pero con el agua todo sería más rápido.
¿Por qué no de las dos formas?
Cogí la
navaja, la mire detenidamente y la acerque a mi muñeca derecha.
Supongo que esto es un adiós...
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