7.
No sé, pero me
sentía…¿traicionada? ¿Engañada? Habían pasado dos horas en el concierto. Yo
miraba sin saber qué hacer. Era irreal. Soy amiga de un componente de One
Direction. No podía sacármelo de la cabeza. ¿Cómo no pude reconocerle antes?
¿Acaso me faltan neuronas?
Un calor me subió por el
cuerpo. Realmente hacía calor y yo iba tapada hasta el cuello. Las luces
estaban bajas, nadie notaría mis cortes. Supongo. Me quite la chaqueta y la até
a mi cintura. Olvidé que Harry no me había dicho nada, sonreí y empecé a cantar
la canción que ahora sonaba. “Stole my heart”.
Más de una vez Harry me
miraba sonriendo, o Louis haciendo alguna mueca. Liam, a quien no conocía en
persona, me sonreía también. Zayn me guiñaba el ojo, aun tampoco nos
conocíamos. Niall a veces mandaba besos al aire mirándome. Esto era extraño.
Los famosos eran mis amigos.
Entonces…Gemma era la
hermana de Harry Styles. Gemma Styles. Oh Dios santo. La miré discretamente,
ella bailaba y cantaba. Increíble. De nuevo seguí prestando atención al concierto.
*
Las chicas salían
llorando del recinto, mientras yo me quedaba al lado de Gemma. Busqué con la
mirada a la rubia que me quería matar, pero no la vi. Menos mal que se fue.
Liam apareció a nuestro lado.
—Hola, señoritas. —Nos
saludó sonriendo— ¿Sky?
—Sí, hola. —Sonreí
tímida.
—Soy Liam.
—Lo sé. —Reí.
—Gemz, te la robo, que
Harry la reclama.
—Toda vuestra, adiós
Sky.
—Adiós. —Le di dos besos
en la mejilla y me fui de allí junto a Liam.
—Harry tenía razón, eres
preciosa. —Me sonrojé. Él me miraba a los ojos.
—Pero no lo soy…
—Has caso a los mayores.
—Me advirtió con una sonrisa.
—Como no. —Reí.
Estábamos enfrente de
una puerta que decía “Niall”. Supongo que era Niall el que conocí ayer. La
puerta se abrió y entramos. Liam se sentó al lado de un moreno, Zayn, y Harry
se levantó.
—¡Sky! —Me abrazó
elevándome en el aire.
—Estás sudado, no me
toques. —Reí separándome.
—Vaya saludo, eh, la
tienes en el bote. —Dijo con ironía Zayn— Hola, linda, soy Zayn, un placer. —Me
guiñó un ojo.
—Hola. —Me sonrojé.
—No la quiero en el
bote, ella es mi amiga, estúpido.
Rechazada por Harry
Styles. Golpe bajo.
—¿Cómo te lo pasaste?
—Preguntó Lou.
—Muy bien, realmente. En
directo sonáis mejor.
—Gracias. —Dijeron a la
vez.
—¿Cómo es que no me di
cuenta de quien eráis ni me dijeron nada?
—Te faltan neuronas.
—Habló Niall.
—Debe ser. —Reí.
De pronto sentí una
mirada fija en mí. Busqué con la mirada y pillé a Louis mirándome con el ceño
fruncido. Confusa seguí su mirada, acabando en mi destrozado brazo. Palidecí y
me desaté mi chaqueta de la cintura, poniéndomela de nuevo. Tapando mis brazos.
Luego los cruce sobre mi pecho. Él me miró como molesto. Qué no lo diga en
alto, por favor, que no lo diga.
—¿Tienes frío, Sky? —Me
preguntó.
—Sí, creo que tengo
algún resfriado. —Tosí de mentira.
—Resfriado… —Repitió
mirándome.
—Sí, eso. —Moví mi vista
a otro lado. Donde sea menos sus ojos azules.
—Entonces, tú eres la
chica de la voz bonita. —Habló Liam— Harry no paraba de repetirlo. Siempre
tenía su móvil en la mano.
—¡Liam! —Exclamó Harry y
todos rieron. Menos Louis.
—Yo no puedo con esto.
—Susurró.
—¿Ah? —Le dijo Zayn,
quien estaba a su lado.
—Qué no puedo esperar a
darle un abrazo a Sky. —Sonrió falsamente y se levantó yendo hacia mí. Me
abrazó— Qué sepas que tenemos que hablar, me da igual que no te conozca. —Me
susurró.
Me quedé callada
mientras él se alejaba con otra sonrisa. Falsa, obvio. Yo tragué saliva
nerviosa. Él se había dado cuenta y no. No quería contarle mis problemas. No
quería decirle que mi madre huyó de mi padre, que él me golpea, que vivo en
unas condiciones terribles, que sufro bullying, que solo les tengo a ellos de
amigos, que me corto donde pille…No quería contarle nada de eso. No quería, no
podía. Simplemente no podía.
—Me debo ir. —Hablé sin
pensar— Se me ha hecho tarde.
—Yo te llevo. —Se
ofreció Lou.
—No, gracias. Sé ir
caminando.
—¿Quieres que te
acompañemos? —Me preguntó Niall.
—No hace falta. —Yo solo
no expresaba ningún sentimiento.
—Está bien, podríamos
vernos mañana.
—Veré si puedo. Pero
tengo clase y esas cosas.
—Entonces ya te
llamamos. Bueno, te llama Harry. —Todos le miraron elevando sus cejas.
—Estúpidos. —Dijo
este.
—Adiós, chicos. —Me
despedí de ellos con la mano.
Salí del camerino y
suspiré frustrada. Caminé directa a la salida, con ansias de salir de todo esto
y perder de vista este mundo. Ellos son mis únicos amigos y les estoy huyendo.
Una mano agarra la mía, me volteó lentamente y me encuentro con sus ojos
azules. Levanta las mangas de mi chaqueta, sin mi permiso, me sobresalto y
escondo los brazos.
—Skyler. —Dijo firme.
Atrapó mis brazos y los colocó delante de mí.
Louis.
Lo había visto, yo no
estoy loco. Sus brazos estaban cortados. En todas las direcciones, con todo los
grosores, con distintas formas y tamaños. Ella se estaba haciendo daño. ¿Por
qué? No lo sé. Pero lo averiguaría. No voy a dejar que termine un día con su
vida por un mal corte. No lo permitiré.
Ella prácticamente huyo
de nosotros. De mí. Así que dije que iría al baño y salí caminando detrás de
ella. No, no te me escaparás tan rápido. Agarre su mano, sabiendo que si cogía
su brazo le haría daño. Ella volteo y me vio. Su cara cayó al momento. Levante
las mangas de su chaqueta y ella escondió sus brazos.
—Skyler. —Hable
firmemente. Cogí sus brazos con cuidado y los puse delante.
Vi sus ojos, brillando
por las lágrimas que deseaban caer. Miré sus dos brazos con atención. Cortes
profundos, algunos más superficiales…Por todo el brazo. La abracé y ella
sollozó en mi hombro. Acaricié su pelo mientras ella lloraba.
—Deberías parar… —Susurré—
Eso no es bueno para ti.
—P-pe-pero no lo
entiendes…
—Explícamelo.
—Es...es m-muy difícil.
—No, no lo es. —La
separé de mí por los hombros— Confía en mí.
—Mi vida es una mierda.
—Dijo claro.
—¿Por qué?
—No puedo contártelo
-murmuró.
—Pero…
—Lou, no insistas más.
—Está bien. —Suspiré—
Solo prométeme algo.
—¿El qué?
—Qué dejarás de dañarte.
Eres preciosa y una buena persona, no mereces tener esos cortes.
—Yo…no sé…
—Prométemelo, o juro que
nunca te desharás de mí.
—No quiero deshacerme de
ti.
—¡Da igual! Prométemelo.
—Vale. —Secó sus
lágrimas— No les digas nada a los chicos.
—Nada de nada. —Sonreí
triste— Por favor, no lo hagas más. —Le volví a suplicar.
—No lo haré.
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Me he cortado un dedo y me duele mucho, casi ni puedo escribir.
Malditas monedas...
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