7 de enero de 2014

Derriba el muro {29} Maratón FINAL.

Capítulo 29.

Brenda POV.

Según los médicos he mejorado mucho el último mes, pero aun tendré que seguir viviendo conectada a estas estúpidas maquinas. Vaya asco. Dani sigue viniendo todos los días, junto a su hermana. Además de Pattie y Jazzy, son unos soles.  Chaz, Ryan, Chris, Cait y Abby también vienen, pero les echo. ¿Para qué verles si primero fueron ellos que me dejaron tirada como la mierda?
Sobre Justin…No sé nada de él. No he querido saber con quién se estaba acostando ahora, o que estaba haciendo con su vida. Tampoco le he visto el pelo por aquí, creo que ya se olvido de mí. Supongo que eso es bueno. Aunque aun le ame con todo mi corazón. Pero…creo que hoy, es un día distinto a todos.
La puerta se abre. Pasan Cait y Abby con una sonrisa de oreja a oreja.

—La enfermera nos ha dicho que hagamos un par de cosas.
—¿No puede venir ella?
—Nop.

Cait termina de hablar y me ayuda a levantar. Abby me tira un precioso vestido de color azul cielo, con unos dibujos. Unas bailarinas blancas y me empujan al baño.

—¿Qué hago ahora con esto? —Preguntó.
—Vestirte. —Abby sonaba obvia.

Me coloqué cada prenda con cuidado, aun sentía adoloridas mis muñecas. Salí del baño, ellas se sonrieron.

—Siéntate. —Me ordenó Cait.
—¿Pero que es todo esto? —Me senté.
—Ya verás.

Empezaron a maquillarme, pero muy poco. Bien saben ellas que me gusta ir más natural. Me cortaron el pelo, pero no mucho y me peinaron.

—Dios. —Dijo Cait tapando su boca.
—¿Qué ocurre? —Me levanté y me miré en el espejo, tuve la misma reacción que Caitlin. Yo no estaba tan pálida gracias al maquillaje, mi pelo ya no era un nudo gigante, el traje me quedaba bastante bien y me veía muy hermosa. Cosa que nunca me había sucedido. Verme hermosa.
—Increíble. —Oí la voz de Chaz, junto a unos “Jesús” por parte de Chris y Ryan.
—¿Qué hacéis aquí todos? —Les miré, todos me sonreían— ¿No recordáis que no os quiero ver?
—Pues bien que te has dejado vestir, maquillar y peinar por nosotras. —Contraataco Abby.
—Touché.

Ryan me ofreció su brazo, yo fruncí el ceño.

—Confía en mí. —Susurro.

Tome su brazo. Debía confiar, ¿no? Total, ellos saben quién soy y como ellos han sido mis amigos de vedad, y en tan poco tiempo les he cogido demasiado cariño.
Los demás ya habían salido. Yo salí del brazo de Ryan a fuera del hospital. Estaba nerviosa, obviamente. Hacía tanto tiempo que no salía de aquella habitación. Mire al frente, viendo un coche blanco. De él, se bajo Justin vestido de esmoquin. Parecía un pingüino muy guapo. Ryan soltó mi brazo y se puso al lado de todos los demás, los cuales nos miraban a Justin y a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

—Buenos tardes, señorita Maslow, sería para mí un placer llevarla a cenar. ¿Qué me dice?
—¿Y si me lo pides bien? —Me cruce de brazos, intentando ocultar una sonrisa.
—Ey, Brenda, ¿te gustaría ir a comer por ahí conmigo y dejar de joderme mis buenos modales? —Me sonrió, tendiéndome la mano.
—Estaría muy guay. —Tome su mano, vi como se estaba poniendo nervioso y no evite reírme de él— ¡Dios santo! —Carcajeé— ¿Estás nervioso? ¿El gran Justin Bieber dios del ego más grande y mujeriego, está nervioso?
—Vale, Brenda, me acabas de destruir por completo. Sube tu precioso culo al coche. —Rió.

Escuche de fondo las risas de los demás, mientras me subía al coche. Justin se sentó en el asiento de conductos, puso la llave en el contacto y arranco.

—Y, bueno…¿cómo has estado?
—Bien, supongo. —Me elevé de hombros. Silencio, más silencio y decidí romperlo— No me has venido a ver… —Susurré.
—He ido. —Levanté mi mirada, y fui directa a él— Pero mientras dormías. —Aclaró— Sabía que si estabas despierta, te pondrías como una fiera y me echarías.
—¿Tan mal me he portado?
—Muy mal. —Hizo una mueca— Pero todos te comprendemos.
—Hice mal, ¿cierto?
—Solo estuviste a punto de morir por segunda vez. —Se elevó de hombros mientras miraba la carretera.
—Pero la primera no fue intencionada…
—Ya, pero las dos veces fue por mi culpa y no voy a podérmelo perdonar nunca.
—Justin, no es tu culpa. —Acaricié su mejilla.

Ahí me di cuenta de lo idiota que había sido este último mes. De que casi pierdo lo que más adoro en este mundo, que es Justin. Qué por mucho mal que me haga, le amo. Qué solo deseo que él sea quien me besé cada mañana, tarde y noche. Solo pensar que yo me estaba muriendo, mientras él lloraba por mí…me mataba. No sé cuánto me quedará de vida, pero ojala él haga de ello los mejores momentos. Empezando por esta bonita velada.

—Oye. —Me miró un momento, asintió y volvió la mirada a la carretera— Hace mucho que no te digo que te amo. —Mire mis manos, algo nerviosa— Eso, que te amo.

Justin giró una curva con mucha fuerza en cuanto le dije que le amaba, frenó y me miró. Me aferré a mi sillón y empecé a reírme. Era la primera vez que Justin estaba tan nervioso.

—Dios mío. —Reí más— Tienes demasiados nervios acumulados, bebé.
—No me trates bien mientras conduzco, Bren. —Se quejó.
—¿Por qué? —Carcajeé.
—Porque no estoy tan acostumbrado como antes.
—Admite que estás nervioso. —Arrancó de nuevo.
—No.
—Como tú digas, pequeño.
—Brenda. —Se quejó.
—Ya me callo.

En realidad me quede callada, pero no podía dejar de reír. Incluso le contagié la risa a él.
[…]

El gran Justin Bieber, me llevó de cita a un McDonald. Comimos hamburguesas y unos refrescos. Además de las patatas fritas. Realmente, no había cita mejor que esta. Tampoco quería ir a un lugar caro de esos franceses, chinos o italianos. Con esto estaba más que feliz.

—Bueno, Biebs, ¿a qué ha venido todo esto?
—Necesitaba hacerte feliz.
—Lo has conseguido. —Sonreí.
—Ha sido un milagro. ¿Sabes qué pensé que en cuanto vieras a Cait y Abby arreglándote, te pondrías como una fiera? ¿O qué cuando me vieras a mí me daría un puñetazo?
—Qué imaginación. —Reí— Solo tú imaginas cosas así.
—Es que ha pasado. —Rió— Menos lo del puñetazo, espero que nunca pase. —Se cubrió la cara con los brazos— Y si sucede pues…¡en la cara no!
—Estás más estúpido que antes. —Mi risa ya era de loca, no me había parado de reír en toda la cita. Justin me miraba sonriendo siempre, parecía tan idiota.
—Así me aman las señoritas. —Se paso la mano por el pelo, elevando sus cejas seguidamente.
—Una en concreto más que todas esas zorras. —Miré a todos los lados, como una idiota, intentando que no me regañara.
—¿Tú?
—Yo. —Le sonreí.

Él se levantó y me dio la mano, salimos fuera del McDonald. Nos acercamos a la playa que estaba cerca, fuimos caminando. Allí habían unas velas, y de fondo de escuchaba a Chaz echándole prisas a Ryan para esconderse. Negué riendo con la cabeza, pero deje de hacerlo cuando Justin se arrodilló enfrente de mí, tomo una de mis manos y me miro a los ojos.

—Brenda, eres la chica que amo, la más perfecta, eres mi vida, eres todo para mí. Sabes todo lo que hemos pasado. Muchas peleas, causadas por mí y mis mentiras. Todo esto comenzó con una estúpida apuesta, pero termine enamorándome de ti. Cuando te vi ahí, la primera vez en el hospital me di cuenta de que no podía dejarte ir. Porque te habías convertido en algo importante para mí. A pesar de que cuando despertaste, lo de los novios primero fue por la apuesta y ya después me di cuenta de que te amaba. —Rió— Pero lo que quiero decir, es que sin ti no vivo, amor. Solo hazme el placer de ser mi todo… —Saco una cajita de su bolsillo— ¿Te gustaría ser mi eternidad?

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